Nuestras Creencias
Dios: Dios es el Creador y Sustentador de todo. Dios es infinito, eterno, e incambiable en su poder y perfección, gracia y gloria, sabiduría, justicia, y verdad. Creemos en la Santa Trinidad. El único Dios es tres Personas eternas: el Padre, el Hijo (Jesucristo), y el Espíritu Santo. Dios es tres Personas distintas con una misma esencia divina. Las tres Personas tienen los mismos atributos y propósitos, pero ejercen roles distintos en la creación y la redención (Lucas 3:21-23; Mateo 28:19; Gálatas 4:4-6; Ef 1:3-14; 1 Corintios 12:4-6; 2 Corintios 13:14).
El Padre: Creemos que Dios Padre es la primera Persona de la Trinidad. Dios Padre tiene toda autoridad, y es auto-suficiente, soberano, todopoderoso, todo sabio, y todo presente (Hechos 17:24-28; 1 Tim 1:17). El Padre creó el universo por medio de su Hijo, Jesucristo (Hebreos 1:2). Se ha revelado por medio de su creación y la Biblia (Romanos 1:19-20; Hebreos 1:1-2). Su revelación suprema es su Hijo, Jesucristo (Juan 1:18). El Padre propuso desde la eternidad pasada redimir a su pueblo por su gracia, poder, y sabiduría. Antes de la fundación del mundo, el Padre eligió a personas particulares para salvación en Cristo (Efesios 1:3-6). El Padre envió a su Hijo para salvar a sus elegidos (1 Juan 4:14; Juan 6:44; 17:6).
El Hijo: Creemos que Cristo Jesús es el Hijo eterno de Dios, la segunda Persona de la Trinidad. Creemos que Cristo es una sola Persona con dos naturalezas: una naturaleza divina, que es eterna, y una naturaleza humana que tomó en su encarnación (Juan 1:1-18; Rom. 1:3-4; Filip 2:5-11; Col 1:15-20; Heb 1:1-4). Cristo es plenamente Dios y plenamente hombre. Creemos en el nacimiento virginal de Jesús, concebido por el Espíritu Santo sin pecado (Lucas 1:30-35). Cristo Jesús vivió sin pecado (Heb. 2:17-18), murió en la cruz por los pecados de su pueblo (Isaías 53:4-6; Marcos 10:45; Rom 3:23-25; 1 Jn 4:10), resucitó al tercer día (1 Cor 15:3-4), apareció a muchos (1 Cor 15:5-8), ascendió al cielo (Hechos 1:9), se sentó a la diestra de Dios Padre (Ef. 1:21; Salmo 110:1) y regresará pronto por su iglesia (Hechos 1:11; Mateo 24:30; 1 Tes. 4:13-18; Apocalipsis 19). Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5).
El Espíritu Santo: Creemos que el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad. El Espíritu Santo es Dios, junto con el Padre y el Hijo (Hechos 5:3-4; Hebreos 9:14). El Espíritu Santo es una Persona, no una fuerza, ya que es posible mentirle (Hechos 5:3-4) y contristarle (Efesios 4:30). Creemos que el Espíritu Santo mora en cada creyente en Cristo desde el momento de su regeneración para siempre (Romanos 8:9; Efesios 1:13-14). Creemos que todos los creyentes son bautizados en el Espíritu en el momento de su regeneración (1 Corintios 12:13). No creemos que el don de lenguas es una evidencia necesaria para verificar ni la morada ni el bautismo del Espíritu (1 Corintios 12:7-11). Creemos que el Espíritu Santo es el que regenera, consuela y santifica a los elegidos (Juan 3:1-8; 16:13; Romanos 8:9-17; Tito 3:5).
Las Escrituras: Creemos que las Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, son compuestas de 66 libros, y son la Palabra completa de Dios. La Biblia es nuestra autoridad suprema y suficiente. Las Escrituras son inspiradas plena y verbalmente por Dios. Cuando la Biblia habla, Dios habla (2 Tim 3:16-17; 2 Pd 1:20-21). La Biblia es inerrante, es decir, no tiene error alguno en sus manuscritos originales y todo lo que dice es cierto y confiable. La Biblia es suficiente para toda necesidad espiritual. Dios solamente habla hoy por medio de su Palabra escrita, la Biblia (Hebreos 1:1-2; 3:7; Judas 3; Apocalipsis 22:18-19). El Señor no da nuevas profecías porque su Palabra escrita es suficiente y completa.
El Hombre: Creemos que el hombre es la creación especial de Dios, el único ser hecho a su imagen y semejanza (Gen 1:26-27). El hombre es la cumbre de la creación. Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen, iguales en valor, pero distintos en rol (Génesis 2:18-25). El hombre y la mujer son complementarios con el hombre siendo la cabeza del hogar (Efesios 5:23). El hombre fue creado perfecto, pero cayó en pecado por desobedecer la Palabra de Dios (Génesis 3). Adán es el representante de todo ser humano, de tal forma que cuando Adán pecó, todos pecamos (Rom 5:12). Como resultado, cada ser humano es corrompido en pecado por naturaleza (Rom 3:9-18), separado de Dios (Rom 5:12), muerto en pecado (Efesios 2:1-3), e incapaz de agradar a Dios (Rom 8:8). El hombre no puede salvarse a sí por sus propias obras (Rom 3:19-20).
La Salvación: Creemos que la salvación es la obra de Dios en Cristo de principio a fin (Tito 3:4-7). El Señor es el Autor y Perfeccionador de nuestra salvación. Dios es el que elige, llama, justifica y glorifica a pecadores por su gracia y para su gloria (Romanos 8:29-30; Efesios 1:3-14; 2:4-10). La salvación es sólo por la gracia de Dios y solo se recibe por medio de la fe en Cristo Jesús. La salvación no es un salario que se gana, sino un regalo que se recibe por medio de la fe en Cristo (Efesios 2:8-10; Romanos 3:20-24; 4:4-8; Gálatas 2:16). La obra de Cristo es la única base de la salvación (Romanos 3:24-26; 2 Corintios 5:21; etc.). Cristo es nuestra justicia (Jer. 23:6). Nadie puede perder la salvación porque Dios preserva la fe de todos los suyos (Juan 10:28-29; Ef 1:13; Filip 1:6).
La Iglesia: Creemos que la iglesia es el cuerpo de Cristo, la comunidad creada por Dios para exaltar su gracia y sabiduría (Romanos 12:4-5; Efesios 1:3-14; 3:10). La iglesia está compuesta de todos los justificados mediante la fe en Cristo (1 Cor 1:2). Cada creyente es parte de la iglesia universal, pero todos deben someterse a una iglesia local, bajo el liderazgo de pastores fieles (Hebreos 13:17). Cada iglesia local es una comunidad unida por la fe en Cristo que se reúne regularmente para alabar al Señor al cantar, orar, y escuchar su evangelio.
Dones Espirituales: De acuerdo a su voluntad, el Espíritu Santo da, por lo menos, un don espiritual a cada creyente (1 Corintios 12:4-11). Todos los dones son para edificar a la iglesia, y no para exaltar a uno mismo (1 Cor 12:7). El uso de todos los dones está sujeto a la verdad de la Biblia (1 Cor 12:2-3). No es necesario tener ningún don específico, como el de lenguas, para verificar el bautismo del Espíritu (1 Cor 12:7-11). Creemos que los dones de señales (lenguas y profecías) cesaron después de la era apostólica, ya que su propósito, lo de verificar la nueva revelación de Dios, terminó en el primer siglo (Hebreos 2:4). Dios todavía puede sanar, pero ya no hay cristianos que tienen el don de sanidad o milagros (Hebreos 2:4).
Santidad: Aunque reconocemos que caeremos en pecado hasta que estemos cara a cara con el Señor, los creyentes deben vivir de tal manera que honren y glorifiquen a Cristo en sus pensamientos y acciones (Col 1:10). Vivir en santidad sucede por el poder del Espíritu Santo (Rom 8:13) al presentar nuestros cuerpos a Dios como sacrificio vivo y no conformarnos a los deseos del mundo (Rom 12:1-2), vivir digno de nuestro llamado en Cristo (Ef 4:1-3), cuidar nuestra forma de hablar (Ef 4:29-32; Sant. 3), renovar nuestra mente con la verdad de la Biblia (1 Jn 2:14; Josué 1:8; Salmo 1), orar sin cesar (Mateo 6:6), y congregarnos regularmente (Hebreos 10:25).
Matrimonio: Creemos que el matrimonio fue creado por Dios en el principio (Génesis 2:18-25). El diseño de Dios para el matrimonio es que un hombre se case con una mujer para la vida (Gen 2:24). Jesucristo afirmó esta definición del matrimonio (Mateo 19:4-6). El matrimonio es un compromiso hecho delante de Dios, la iglesia y/o el estado. La unión libre es fornicación (pecado) y es prohibida por Dios en su Palabra (1 Cor 6:18-20; Ef 5:3; Col 3:5). Personas del mismo sexo no deben casarse ni tener relaciones sexuales. El homosexualismo siempre es contra el diseño de Dios (Romanos 1:26-27; 1 Corintios 6:9-10). Los que permanecen en pecado sexual no heredarán el reino de Dios (1 Cor. 6:9-10; Efesios 5:5). Hay gracia en Cristo para los que se arrepienten de cualquier pecado. El propósito primordial del matrimonio es reflejar la unión entre Cristo y la iglesia (Ef 5:32). El deber del marido es amar a su esposa, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla (Ef 5:25-27). El deber de la esposa es someterse voluntariamente a su marido porque el marido fue establecido por Dios como cabeza de su esposa (Ef 5:22-24).
Bautismo: Creemos que el bautismo con agua es un símbolo externo del bautismo interno que cada cristiano experimenta en el momento de su regeneración (1 Corintios 12:13). Cuando confiamos en Cristo para salvación, estamos unidos con él en su muerte, sepultura y resurrección (Romanos 6:3-4). El bautismo representa nuestra unión espiritual con Cristo. Por esta razón, el bautismo con agua solo se debe hacer después de que una persona confía en Cristo para salvación. Por eso, no bautizamos a los infantes ya que todavía no pueden creer el evangelio. El propósito del bautismo con agua no es recibir la salvación, sino dar testimonio de ya haberla recibido por la fe en Cristo. Creemos que el bautismo solo debe ser por inmersión, ya que la palabra bautizar significa sumergir, no rociar con agua.
Santa Cena: Creemos que la Santa Cena es una ordenanza establecida por el Señor Jesús para recordar su muerte expiatoria hasta que él venga por segunda vez (Lucas 22:14-20; 1 Cor 11:25-33). También, es un recuerdo que la iglesia vive bajo un nuevo pacto, establecido por la sangre de Jesucristo. La Cena del Señor nos recuerda que, en la cruz, Jesucristo pagó todos nuestros pecados y nos dio pleno acceso a Dios (Heb. 10:10).